La temperatura por encima de los 18ºC modifica la microbiota de la trucha arcoíris y provoca reacciones fisiológicas que reducen el consumo y absorsión de nutrientes
El cambio climático y las mayores temperaturas del agua en los entornos de cultivo de las especies continentales como la trucha arcoíris producirán escenarios estresantes para los peces en próximos años de continuar esta tendencia. En este contexto, los probióticos emergen como un componente fundamental para mantener la salud y el rendimiento de los peces.
Una de las consecuencias de las temperaturas por encima de los niveles óptimos para el cultivo, que para la trucha se encuentran en el rango de los 13ºC a 17ºC, es el aumento de la susceptibilidad de los peces a enfermarse, lo que obviamente tiene un impacto directo en la producción. La evidencia científica ha encontrado que cuando la temperatura del agua supera los 18 °C, la trucha arcoíris experimenta una serie de reacciones fisiológicas, lo que resulta en una reducción en el consumo de alimentos, un comportamiento anormal, inhibición del crecimiento e incluso la muerte, conocida como “síndrome del intestino de verano”.
La modificación de la composición de la microbiota debido a la temperatura deriva en la aparición de enfermedades.
Las fluctuaciones de temperatura, dramáticas o crónicas, causan estrés severo en los peces que desencadenan diversas respuestas fisiológicas e inmunológicas. Además, la temperatura del agua puede permitir directamente la invasión de patógenos y causar enfermedades al inhibir la inmunidad de los peces.
Por eso, una de las vías para mejorar el comportamiento de los peces a este nuevo escenario es el fortalecimiento de la salud intestinal y reducir el estrés. Esto se consigue a través de varias estrategias, entre las que destaca la de uso de probióticos.
Su uso permite mantener un equilibrio saludable de la microbiota intestinal de los peces, lo que es fundamental para la salud digestiva y la función de barrera intestinal. Durante el estrés por calor, el equilibrio de la microbiota puede verse afectado negativamente, y los probióticos pueden ayudar a restaurarlo.
El uso de probióticos puede estimular el sistema inmunológico de los peces, lo que es especialmente importante durante el estrés por calor. Un sistema fortalecido, por tanto, permite a los peces afrontar con mayor disposición los patógenos oportunistas.
Otro de los beneficios de incorporar probióticos en el pienso es que se consigue mejorar la digestión y absorción de nutrientes. Durante el estrés por calor esta capacidad de los peces para digerir el alimento disminuye.
También hay que tener en cuenta que las altas temperaturas pueden aumentar el estrés oxidativo de los peces, lo que puede dañar células y tejidos. Algunos probióticos tienen propiedades antioxidantes que pueden ayudar a reducir el daño causado.
Es importante consultar con los expertos en acuicultura sobre el mejor uso de probióticos en acuicultura. La efectividad de estos suplementos basados en microorganismos vivos va a depender en gran medida de factores como la especie, la cepa de probiótico que se desea emplear y las condiciones específicas de la granja en cuestión.