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La combinación de zooplancton y alimentos artificiales: Una estrategia ganadora en el cultivo larvario

Un enfoque híbrido de alimento vivo y pienso mejora el coste beneficio y el crecimiento en etapas tempranas de los peces

El zooplancton, como los copépodos, rotíferos, cladóceros y Artemia, es mucho más que organismos diminutos a la deriva en los ecosistemas acuáticos. Estos alimentos vivos repletos de nutrientes están cargados de ácidos grasos esenciales omega-3, como el EPA y el DHA, que son vitales para el desarrollo temprano de larvas de peces y crustáceos. Los copépodos, a menudo denominados el “superalimento” de la acuicultura, ofrecen un valor nutricional inigualable, apoyando la digestión, el crecimiento y la supervivencia.

Aunque el zooplancton es justamente celebrado por sus beneficios, su cultivo a gran escala presenta importantes desafíos. Los copépodos, a pesar de su perfil nutricional superior, requieren condiciones de cría meticulosas y son altamente sensibles a los cambios ambientales. En consecuencia, la producción a gran escala sigue siendo costosa y requiere mucha mano de obra, lo que supone una carga económica para los criaderos que intentan satisfacer la demanda.

Por el contrario, los rotíferos son más fáciles de cultivar y se reproducen a un ritmo rápido, pero no alcanzan el contenido nutricional de los copépodos. Mientras tanto, la Artemia, un elemento básico desde hace mucho tiempo en la industria acuícola, enfrenta vulnerabilidades en la cadena de suministro debido a su dependencia de la recolección natural en ecosistemas como el Gran Lago Salado.

Por otro lado, están los piensos especiales para la fase larvaria de peces y crustáceos. Aunque están fácilmente disponibles y son convenientes, presentan sus propios desafíos. Los gránulos sobrantes y los fragmentos no consumidos a menudo se hunden en el fondo de los tanques de acuicultura, creando zonas de contaminación orgánica. Estos residuos pueden alterar los niveles de oxígeno, favorecer la proliferación de algas nocivas y requerir esfuerzos adicionales de limpieza para mantener la calidad del agua.

Además, los piensos carecen del movimiento dinámico y el atractivo natural que estimulan los comportamientos de alimentación en las larvas, lo que los hace menos efectivos durante las etapas críticas del desarrollo temprano.

La recolección de zooplancton en la naturaleza introduce otra capa de complejidad. Esta práctica puede, de forma inadvertida, introducir patógenos o especies invasoras en entornos controlados, poniendo en peligro los sistemas de acuicultura. Estos riesgos subrayan la necesidad urgente de protocolos más estrictos y estrategias innovadoras para mitigar posibles amenazas.

Los expertos abogan por tanto por un enfoque híbrido que combine zooplancton vivo con piensos artificiales avanzados. Estas estrategias de coalimentación buscan aprovechar lo mejor de ambos mundos: el valor nutricional inigualable de los alimentos vivos y la conveniencia de las alternativas inertes. Sin embargo, lograr este equilibrio requerirá investigaciones específicas sobre las necesidades dietéticas de cada especie y una evaluación cuidadosa de las implicaciones económicas.

Las tecnologías emergentes ofrecen una esperanza para abordar los desafíos del cultivo de zooplancton. La criopreservación, la mejora genética y la bioencapsulación están siendo exploradas para hacer que el zooplancton sea más accesible durante todo el año. Sin embargo, estos avances traen consigo su propio conjunto de consideraciones éticas y ecológicas, que deben gestionarse cuidadosamente.

A medida que la industria de la acuicultura sigue expandiéndose, el zooplancton se erige como un campeón silencioso de una posible revolución azul. Su integración en las prácticas de acuicultura representa no solo un reconocimiento a la ingeniosidad de la naturaleza, sino también un paso crítico hacia un futuro más sostenible y resiliente.

Fuente: MIS PECES.COM