El mero ( Polyprion americanus), también conocido como cherna, es una especie con una gran aceptación comercial y con un alto precio medio enlonja. Solo el año pasado en los puntos de primera venta de Galicia, el kilo de este recurso superó los 20 euros, llegando incluso a máximos de 46. Aunque no es una especie que se descargue mucho en la comunidad, ya que tan solo se subastaron 34,1 toneladas. Sin embargo esta realidad está a punto de dar un vuelco gracias a los descubrimientos llevados a cabo por científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) de Vigo, que han conseguido criar en cautividad alevines de mero y que, en su propias palabras, están “cerquísima” de cerrar el ciclo reproductivo. Ese hito histórico está previsto para el próximo año, momento en el que tendrá lugar la próxima puesta y en el que se dilucidará el futuro acuícola de la especie.
El estudio sobre el mero forma parte del proyecto Diversify, formado por 38 socios de 12 países y que cuenta con una dotación de 11,8 millones de euros. Iniciado en 2013, busca avanzar en la cría en cautividad de seis especies: la cherna, halibut ( Hippoglossus hippoglossus), seriola ( Seriola dumerilii), mujel ( Mujil cephalus), corvina ( Argirosomus regius) y perca ( Sander lucioperca). “Pero solo en el caso del mero se abrió el ciclo de cultivo, partiendo de cero”, informa Blanca Álvarez, una de las responsables del estudio en el centenario Centro Oceanográfico de Vigo, que lidera este subproyecto dentro de Diversify junto a la Consellería do Mar (con sus centros de CIMA e Igafa) y el Aquarium Finisterrae de A Coruña.
Avances
Hasta la fecha los investigadores han logrado “resultados esperanzadores”, ya que han conseguido describir el ciclo reproductivo del mero, desarrollar protocolos de inducción hormonal y también procedimientos de fertilización in vitro. Junto a todo ello, los científicos formularon dietas y se elaboró un estudio de mercado sobre el potencial de esta especie a corto y largo plazo. “Con todo ello hemos conseguido una docena de alevines que ya tienen 60 días de vida”, comenta Álvarez, que explica que ahora mismo están en el Instituto Galego de Formación en Acuicultura, Igafa.
Para llegar a ello, el primer paso fue crear un stock de ejemplares reproductores. En total se capturaron cinco en la costa oeste de Galicia de entre 1 y 4 kilos. En la planta de cultivo del centro vigués mostraron “su gran capacidad de adaptación en cautividad y su resistencia al manejo”. Posteriormente se procedió a describir su ciclo reproductivo, para lo que se emplearon otros 60 ejemplares de la lonja de Vigo procedentes de Azores. Así se descubrió que tanto machos como hembras son perfectamente aptos para la puesta en cautiverio. El siguiente paso dado por los investigadores fue el de desarrollar procedimientos de inducción de desove para la fecundación in vitro.
Durante los tres últimos años trabajaron en el cultivo larvario, demostrando que la temperatura óptima de incubación se sitúa entre los 16 y los 18 grados, además de investigar qué tipo de dieta es la mejor para reproductores y larvas.
Ahora mismo están trabajando precisamente en la supervivencia de los especímenes nacidos de los reproductores. La investigadora reconoce que en los ejemplares han durado más en el Igafa y cree que “la clave” puede estar en la “recirculación del agua”.
Pese a que insiste en que “no se puede hablar de cerrar el ciclo reproductivo” a estas alturas, Blanca Álvarez cree que es algo que “se puede conseguir” a lo largo de la próxima puesta de entre enero y julio de 2019. Sin embargo, desde el centro también alertan que el proyecto Diversify finaliza en 2018 y para poder optar a fondos hace falta otro que lo sustituya. “Ya se han presentado a la UE junto con otros equipos de Europeos para poder seguir esta investigación”, apunta Álvarez. Toca esperar que la respuesta sea positiva. Parte del futuro de la acuicultura puede estar en juego.
Fuente: Farodevigo.com