La demanda de pescado y otros mariscos ha crecido rápidamente en todo el mundo en las últimas décadas. Hoy en día, el mundo dispone de 20,5 kilogramos de productos pesqueros por cada habitante del planeta, mientras que hace 60 años esta cifra era inferior a 10 kilogramos. Una gran cantidad del pescado que acaba en nuestras mesas es cultivado por pequeños agricultores. La Asamblea General de la ONU ha pedido su apoyo y ha proclamado 2022 como el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) prevé que en 2030 la producción mundial de pescado y productos pesqueros alcanzará los 204 millones de toneladas. Esto supone un aumento del 15% respecto a 2018. Los expertos señalan que el pescado es un producto esencial y útil en la cesta de alimentos de la población de todos los países. Es una excelente fuente de proteínas y micronutrientes esenciales. En 2030, una persona media consumirá 21,5 kg de pescado al año.
La acuicultura es y seguirá siendo uno de los principales contribuyentes a esta producción. Sin embargo, cerca del 80% de la producción acuícola mundial procede de los países en desarrollo, donde el número de piscicultores artesanales supera con creces el número de personas empleadas en la acuicultura de mediana y gran escala.
En los últimos años, los agricultores han utilizado ampliamente los estanques y otras masas de agua para la cría artificial de peces. Este enfoque permite, por un lado, satisfacer la creciente demanda de productos del mar y, por otro, proteger las poblaciones de peces salvajes de la sobrepesca y preservar su valiosa diversidad genética.
Por ello, la piscicultura artificial es una de las industrias menos perjudiciales para el medio ambiente.
El responsable de la FAO destacó que el Año Internacional pretende conseguir mejoras en cuatro áreas: producción, nutrición, medio ambiente y calidad de vida, incluyendo a los acuicultores que sufrieron mucho durante la pandemia.
Las restricciones relacionadas con la pandemia redujeron el suministro de pescado, disminuyeron el consumo de pescado y redujeron los ingresos del comercio de pescado. El sector de la acuicultura se ha visto especialmente afectado, ya que la producción ha aumentado rápidamente en los últimos años. En 2020, por primera vez en varios años, se produjo un descenso de alrededor del 1,3%.
Muchos acuicultores no saben qué hacer con sus productos. El aumento de las poblaciones de peces vivos les está costando más en costes de alimentación. Además, los peces están muriendo. Muchas explotaciones del sector, sobre todo las que tienen ciclos de producción más largos, son incapaces de adaptarse rápidamente a los cambios de la demanda.
La FAO instó a las autoridades de todos los países a reducir al mínimo las restricciones al comercio de alimentos y a mejorar su suministro transfronterizo.
Para el Año Internacional, la FAO pidió apoyo para los pescadores artesanales a pequeña escala, los acuicultores y los trabajadores de la pesca, que hacen una enorme contribución al bienestar humano, a la recuperación de los sistemas agroalimentarios y a la erradicación de la pobreza.
Fuente: AZERTAC