Hoy el mundo ya come más pescado procedente de granjas acuícolas que de la pesca tradicional. Y es que pese a lo que digan los detractores de la acuicultura, se trata de una actividad mucho más sostenible, capaz de alimentar a la población y de ayudar a salvar la biodiversidad en unos mares cada vez más esquilmados.
Empecemos por definir la acuicultura, que algunos denominan ganadería acuática o ganadería del mar. Se trata de la crianza controlada de organismos acuáticos, lo que incluye peces, crustáceos, algas, moluscos y otros invertebrados, tanto en aguas marinas como en continentales (ríos y lagos). Desde que se iniciara hace cuatro mil años en China, esta actividad se ha ido intensificando, modernizando y adaptando a una legislación y un mercado cada vez más exigentes.
En 2014 la población mundial consumió por primera vez más alimentos procedentes de granjas acuícolas que los que proceden de la extracción pesquera. Esta proporción se espera que supere el 65 % en 2030, debido al aumento de la población y al estancamiento de la pesca extractiva. A principios del siglo XX los grandes caladeros tenían diez veces más pescado que actualmente. Hoy los océanos están al límite de su sostenibilidad por la sobreexplotación de la pesca, según advierte la FAO. La situación en el Mediterráneo es alarmante por una sobreexplotación insostenible del 59 % de las especies.
La acuicultura como fuente alternativa de alimentos
Todo esto muestra la necesidad de promover el desarrollo sostenible de la acuicultura como fuente alternativa de alimentos. Según APROMAR, la Asociación Empresarial de Acuicultura de España, la Unión Europea produjo en 2018 cerca de un millón y medio de toneladas de productos acuáticos por un valor que superó los 4000 millones de euros. España es el primer productor gracias al cultivo de mejillones, seguido de lubinas, doradas y truchas. Por otro lado, es el segundo país del mundo con mayor consumo por persona.
Actualmente la demanda no puede ser cubierta con todo lo que pescamos y criamos, por lo que debemos importar de fuera una considerable cantidad tanto de la pesca como de la crianza. Por su potencialidad a medio y largo plazo, la acuicultura no es solo un complemento de la pesca: se trata de la actividad de producción de alimentos que sigue creciendo a mejor ritmo, de la ganadería con mayor proyección de futuro y la más sostenible.
¿En qué se basa su sostenibilidad? Por un lado, el 70 % de la superficie del planeta es agua y los organismos marinos no compiten por el uso de agua dulce. Por otro lado, los animales acuáticos son más eficientes energéticamente que los vertebrados terrestres y sus tasas de reproducción son varios órdenes de magnitud superiores a las de estos. Como ejemplo, para producir 1 kilo de filete, una vaca necesita 8 kilos de alimento y 11 000 litros de agua, mientras que por término medio para obtener un 1 kilo de pescado se necesitan 1,2 kilos de pienso y 1500 litros de agua.
El papel de la acuicultura en la conservación de la biodiversidad
Respecto al papel de la acuicultura en la conservación de la biodiversidad, la mitigación del cambio climático y su aportación al desarrollo sostenible, hay que decir que la acuicultura no solo contribuye al sector alimentario sino también a la estabilidad económica en las zonas rurales y a la conservación de especies acuáticas. Ayuda a reducir impactos ambientales de otros sectores, a producir materias primas industriales y farmacéuticas y a generar empleos y erradicar la pobreza, que son algunos de los objetivos sociales, económicos y ambientales de Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ODS).
La acuicultura tiene mucho que aportar a la economía circular, por ejemplo, al aprovechar productos colaterales o residuales de otros sistemas de producción, o con la acuicultura multitrófica integrada. Además, los moluscos bivalvos como el mejillón y las algas pueden jugar un papel destacado para mitigar los efectos del cambio climático como sumideros de dióxido de carbono, el denominado carbono azul. Por tanto, esta actividad puede ser crucial en el reciente y ambicioso Pacto Verde lanzado por la Comisión Europea para dotar a la UE de una economía sostenible frente a los retos climáticos y medioambientales.