La sostenibilidad de la acuicultura se ha debatido intensamente desde el año 2000, cuando se publicó en Nature una revisión sobre el efecto de la acuicultura en el suministro mundial de pescado. Una nueva investigación muestra cómo han cambiado las actividades, técnicas y conocimientos de crianza de especies acuáticas en los últimos 20 años.
Hace veinte años Rosamond Naylor, una investigadora que se ha dedicado a estudiar las políticas y prácticas para mejorar la seguridad alimentaria global de la mano de la conservación del medio ambiente, publicó en la revista Nature una revisión que caracterizaba a la acuicultura como un factor que estaba contribuyendo a la disminución de las poblaciones de peces en todo el mundo.
En ese momento, su investigación hizo evidente cómo la acuicultura, que estaba convirtiéndose en una solución al declive global de las pesquerías silvestres, también estaba generando impactos en el cambio del hábitat marino, la propagación de patógenos y la introducción de especies invasoras. Se advirtió entonces que la contribución de la acuicultura al suministro mundial de peces no podía sostenerse si el sector no reducía el uso de peces silvestres para la alimentación de los peces cultivados, así como si no se reducían los impactos ambientales. Desde entonces, el debate sobre la sostenibilidad de la acuicultura se ha dado intensamente.
Veinte años después, apoyada por diversos autores, Rosamond Naylor decidió publicar nuevamente una investigación en la que presenta cómo han cambiado y se han desarrollado las actividades, técnicas y conocimientos alrededor de la acuicultura desde 1997 hasta 2017. Los resultados, que fueron publicados el pasado 24 de marzo en Nature, muestran que aunque aún hay varios desafíos, se ha logrado un progreso significativo hacia prácticas más sostenibles en la industria.
“Las lecciones que realmente aprendí de este estudio fueron el increíble progreso que la industria ha logrado en los últimos 20 años, aunque aún hay muchos desafíos”, señala Naylor en un video de la Universidad de Stanford, donde es profesora de la escuela de ciencias de la tierra, la energía y el medio ambiente.
Uno de los principales hallazgos, asegura, es que la acuicultura de agua dulce es la que contribuye en mayor parte al aumento en el volumen de la producción durante este periodo de tiempo. En general, en 2017 la acuicultura suministró más de 80 millones de toneladas de pescado y mariscos en el mundo, pero esto estuvo acompañado principalmente por el crecimiento continuo en el volumen y las cadenas de valor de la acuicultura de agua dulce.
“Otro hallazgo importante fue sobre la alimentación de los peces”, señala la autora. “Lo que vimos durante este periodo frente a la introducción de alternativas alimentarias y el gran cambio de alimentos hechos a base de peces a alimentos a base de plantas ha sido fenomenal”, insiste. Se refiere a los avances en la nutrición, genética y los tipos alternativos de alimentos para peces, que reducen el uso de peces silvestres en las formulaciones de alimentos acuícolas.
Descargar informe aquí
Fuente: El espectador